En la alta estimación de los Hindús
se encuentra la serpiente, ambos como un símbolo y como una
criatura. Moviéndose en línea ondulosa, figura la
vasta revolución del Sol a través del eterno espacio
conduciendo la Tierra que gira rápidamente en su órbita
menor; periódicamente mudando su piel, presenta una ilustración
visible de la renovación de la vida o reencarnación
enroscándose para herir, muestra la operación de la
ley Karma-Némesis que, con una base en nuestras acciones,
da un golpe infalible. Como un símbolo con la cola en la
boca, forma un círculo, representa la eternidad, el círculo
de necesidad, y el Tiempo todo-devorante (William
Q. Judge, Ecos de Oriente).
Primero que todo, consideramos como un círculo este símbolo
de la serpiente tragándose su cola. Un círculo establece
inmediatamente en nuestras mentes algo fijo y limitado. Por mucho
que se halle extendida su circunferencia, es algo que la mente puede
comprender. Se convierte en las fronteras de un universo, el anillo
"no se pasa", más allá de lo cual ese universo
no puede extenderse, o el ciclo de tiempo que establece los límites
de duración de un universo. Los hindúes llaman a este
ciclo de tiempo un manvantara o un mahamanvantara. El círculo
limita o establece aparte cierto campo en el cosmos en el cual un
Logos Solar puede traer a la manifestación y desarrollar
su universo particular. Vasto como este universo puede ser, tal
como la mente humana lo concibe en términos de tiempo y espacio,
debe tener sus límites, su circunferencia. También
tiene que ser cierto que, cualquiera que sea la duración
del manvantara (o mahamanvantara, gran ciclo) tiene que llegar un
tiempo de disolución, al cual los hindúes llaman pralaya
o período de cesación y descanso de la actividad cósmica.
El símbolo de la serpiente tragándose su propia cola
presenta un concepto enteramente diferente. Contiene la idea de
lo finito siendo "tragado" por lo infinito, del tiempo
siendo "tragado" por lo eterno. Esto trae a la mente una
historia de la antigua mitología. Se dice que Cronos, dios
del tiempo, hijo de Urano y Gea (cielo y tierra), se tragaba a sus
hijos. Saturno, su contraparte latina, era conocido como "el
padre tiempo". Sabemos, por supuesto, que todas las cosas que
tienen su origen en el tiempo son así finalmente devoradas
por su propio padre.
(Fragmento traducido de The Theosophical Seal,
Arthur M. Coon)
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